Liderazgo militar, 1700-09
Las primeras campañas -el descenso de Zelanda (agosto de 1700), que obligó a Dinamarca a retirarse de la guerra; la batalla de Narva (noviembre de 1700), que alejó a los rusos de las provincias transbálticas suecas; y el cruce del río Dvina occidental (1701), que dispersó a las tropas de Augusto II (elector de Sajonia y rey de Polonia), fueron todas planeadas y dirigidas por los oficiales que Carlos había heredado de su padre; pero el rey, al tiempo que desarrollaba su habilidad militar, prestó una valiosa ayuda para fomentar la moral por su valor, su optimismo de tinte religioso y su fe en la causa de Suecia como víctima de un ataque concertado.
La responsabilidad de Carlos en la planificación y ejecución de las operaciones armadas aumentó constantemente, por lo que a partir de 1702 se convirtió en el superior de la mayoría de sus oficiales. También a partir de 1702 comenzó a tomar una mayor participación en las decisiones políticas, ya que sus principales asesores habían muerto o se habían retirado por motivos de salud. La más significativa de estas decisiones personales fue la de luchar contra Augusto II en Polonia y transformar a Polonia de un país dividido, donde Augusto tenía tanto partidarios como oponentes, en un aliado y una base para la campaña final contra Rusia. Esta transformación debía lograrse destronando a Augusto y sustituyéndolo por un rey de origen polaco dispuesto a cooperar con los suecos. Para cuando este programa tuvo éxito y Stanisław Leszczyński fue elegido rey de Polonia -Augusto se vio obligado a aceptar el acuerdo por una invasión sueca de Sajonia en septiembre de 1706-, Carlos XII había madurado como general y como estadista.
Carlos no era ajeno al papel de Suecia en Europa central y occidental; su apoyo a los protestantes de Silesia contra el emperador católico de los Habsburgo estaba firmemente basado en la garantía sueca de la Paz de Westfalia, y continuó esa política del «papel equilibrador» entre las grandes coaliciones de occidente a la que los gobernantes y estadistas suecos desde 1660 habían aspirado con la esperanza de conseguir prestigio y territorio mediante la mediación armada en las circunstancias adecuadas. Sin embargo, su primera necesidad en 1706 era asegurar la posición de Suecia en relación con Rusia, que, bajo Pedro I el Grande, había aprovechado desde 1703 las campañas de Carlos XII en Polonia para entrenar a su ejército y emprender una conquista fragmentaria de las provincias suecas del Báltico oriental. Las tropas de Carlos salieron de Sajonia para invadir Rusia a finales del otoño de 1707. Ganaron la batalla de Hołowczyn en julio de 1708, pero las tácticas rusas de tierra quemada obligaron a Carlos a abandonar su ruta hacia Moscú y a adentrarse en Ucrania. A partir de entonces, los rusos interfirieron con éxito en las comunicaciones de los suecos, y en el verano de 1709 Carlos XII no tuvo más remedio que aceptar la batalla con los rusos o retirarse de nuevo a Polonia. Aunque herido en el pie e incapaz de dirigir el ejército en persona, Carlos eligió la batalla y atacó el campamento fortificado ruso de Poltava el 8 de julio (27 de junio, estilo antiguo; 28 de junio, estilo sueco). El ataque fracasó, y tres días después el grueso del ejército sueco se rindió a los rusos en Perevolochna. Para entonces Carlos ya estaba en camino hacia el territorio controlado por los turcos, donde esperaba encontrar aliados.