Una condición psicológica que existe cuando los sentimientos de inadecuación de una persona son tan intensos que la vida diaria se ve afectada.
El término «complejo de inferioridad» fue acuñado en la década de 1920 por el psicólogo francés Alfred Adler, un antiguo seguidor de Sigmund Freud que se desengañó del énfasis que ponía Freud en la influencia de los factores inconscientes como motivadores del comportamiento humano. Aunque Adler suscribía la idea de que las motivaciones subyacentes desempeñan un papel en la dirección de la personalidad, introdujo la noción de «psicología del ego» en un esfuerzo por dar la misma importancia al papel de los factores conscientes en la determinación del comportamiento. Según Adler, todos los seres humanos experimentan sentimientos de inferioridad cuando son niños y pasan el resto de sus vidas tratando de compensar esos sentimientos. A medida que las personas sustituyen la dependencia de la infancia por la independencia de la edad adulta, los sentimientos de inferioridad persisten con distinta intensidad en diferentes personas. Para algunas personas, el sentimiento de inferioridad sirve como factor de motivación positivo, ya que se esfuerzan por mejorar en un esfuerzo por neutralizar los sentimientos negativos de inferioridad. Otras, sin embargo, se ven dominadas -y, en consecuencia, incapacitadas- por un abrumador sentimiento de insuficiencia. Se dice que estas personas, cuyos pensamientos están tan dominados por estos sentimientos que no pueden funcionar con normalidad, tienen un complejo de inferioridad. Adler creía que lo contrario del complejo de inferioridad, el complejo de superioridad, también puede ser el resultado de los inevitables sentimientos tempranos de inferioridad. Esto resulta cuando una persona compensa en exceso y pone demasiado énfasis en la búsqueda de la perfección.