Se cree que la temperatura tiene un papel desproporcionado en el control del crecimiento bacteriano en aguas perennemente frías como el Océano Ártico Occidental. Un impacto de la temperatura es que las bacterias en aguas frías pueden requerir más materia orgánica disuelta (DOM) para acercarse a las tasas de crecimiento observadas a temperaturas más altas (la hipótesis de Wiebe-Pomeroy). Para explorar estas cuestiones, este estudio examinó el efecto de las adiciones de DOM y los cambios de temperatura en los conjuntos bacterianos durante incubaciones cortas (2 h) y largas (hasta 10 días). Encontramos que la respuesta de la temperatura para los conjuntos bacterianos en el Ártico Occidental fue similar a la observada en aguas templadas; los valores de Q10 para la incorporación de leucina y timidina fueron 3,1±2,6 y 1,9±0,56, respectivamente, no significativamente diferentes de los valores observados en el Océano Pacífico ecuatorial. En contraste con lo que se predeciría a partir de la hipótesis de Wiebe-Pomeroy, el impacto de las adiciones de DOM en la incorporación de leucina fue igual o mayor a temperaturas más altas, no más bajas. El aumento de la temperatura de incubación estimuló la incorporación de leucina más rápidamente que las adiciones de DOM, pero la DOM parece tan importante como la temperatura en el control del crecimiento bacteriano. Las tasas de incorporación de leucina por célula (un índice de las tasas de crecimiento de la comunidad) observadas en estos experimentos variaron mucho y se aproximaron a las tasas observadas en aguas más cálidas por 25 °C. Estos resultados sugieren que el papel de la temperatura en el control del crecimiento bacteriano en el Ártico occidental es similar al de los océanos de baja latitud.