Durante trece días en octubre de 1962 el mundo esperó -aparentemente al borde de la guerra nuclear- y esperó una resolución pacífica de la Crisis de los Misiles en Cuba.
En octubre de 1962, un avión espía estadounidense U-2 fotografió en secreto las instalaciones de misiles nucleares que la Unión Soviética estaba construyendo en la isla de Cuba. El presidente Kennedy no quería que la Unión Soviética y Cuba supieran que había descubierto los misiles. Se reunió en secreto con sus asesores durante varios días para discutir el problema.
Después de muchas reuniones largas y difíciles, Kennedy decidió colocar un bloqueo naval, o un anillo de barcos, alrededor de Cuba. El objetivo de esta «cuarentena», como la llamó, era impedir que los soviéticos introdujeran más suministros militares. Exigió la retirada de los misiles que ya estaban allí y la destrucción de los emplazamientos. El 22 de octubre, el presidente Kennedy habló a la nación sobre la crisis en un discurso televisado.
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Nadie estaba seguro de cómo respondería el líder soviético Nikita Khrushchev al bloqueo naval y a las demandas de Estados Unidos. Pero los líderes de ambas superpotencias reconocieron la devastadora posibilidad de una guerra nuclear y acordaron públicamente un trato en el que los soviéticos desmantelarían los emplazamientos de armas a cambio de que Estados Unidos se comprometiera a no invadir Cuba. En otro acuerdo, que permaneció en secreto durante más de veinticinco años, Estados Unidos también aceptó retirar sus misiles nucleares de Turquía. Aunque los soviéticos retiraron sus misiles de Cuba, intensificaron la construcción de su arsenal militar; la crisis de los misiles había terminado, la carrera armamentística no.
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En 1963, hubo señales de una disminución de las tensiones entre la Unión Soviética y Estados Unidos. En su discurso de graduación en la American University, el presidente Kennedy instó a los estadounidenses a reexaminar los estereotipos y mitos de la Guerra Fría y pidió una estrategia de paz que hiciera del mundo un lugar seguro para la diversidad. Dos acciones también señalaron un calentamiento de las relaciones entre las superpotencias: el establecimiento de una «línea directa» de teletipos entre el Kremlin y la Casa Blanca y la firma del Tratado de Prohibición Limitada de Pruebas Nucleares el 25 de julio de 1963.
En un lenguaje muy diferente al de su discurso inaugural, el presidente Kennedy dijo a los estadounidenses en junio de 1963: «Porque, en el análisis final, nuestro vínculo común más básico es que todos habitamos este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos queremos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales»
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