El término «cuadrar un talonario de cheques» tiene su origen en la antigua forma de gestionar las finanzas personales; los usuarios de cheques necesitaban tener una idea de cómo se acumulaban sus gastos frente a su saldo restante cada mes, para evitar emitir cheques que «rebotaran» al ser cobrados por un tercero. Cada mes, los bancos emitían un extracto en el que se indicaba lo que se había gastado y depositado durante el mes anterior, y los fondos disponibles en la fecha del extracto.
Aunque las tarjetas de débito debutaron en 1978, la versión que existe en la actualidad no se ofreció ni se popularizó hasta principios de la década de 1980, y no se generalizó su uso entre los jóvenes hasta muchos años después. En 2018, por primera vez, el número de transferencias de débito (16.600 millones) superó el número de pagos con cheques (14.500 millones).
Hoy en día, la decisión de dar a su hijo una tarjeta de débito es práctica, y tiene sentido que los jóvenes tengan una cuenta corriente y una tarjeta de débito alrededor del momento en que entran en la escuela secundaria, obtienen su licencia de conducir y consiguen un trabajo.
Gestión moderna del dinero
Las generaciones que conocieron un mundo anterior a las tarjetas de débito pueden ver estos instrumentos con escepticismo, como una distracción frívola y digitalizada de los sólidos hábitos financieros de hacer un presupuesto mensual y cuadrar una cuenta corriente.
Aunque los cheques se siguen utilizando hoy en día, según la Reserva Federal, de 2015 a 2018, los pagos con cheques disminuyeron un 7,2% al año en número y un 4,0% al año en valor.
Debe animar a su hijo a practicar todos y cada uno de los medios para gestionar su dinero, para que en la edad adulta pueda estar preparado para ganar, ahorrar y construir una alfabetización financiera. Esto incluye el uso de una tarjeta de débito y la familiarización con las prácticas bancarias digitales que acompañan a los gastos y a la recepción de pagos en el siglo XXI.
Los jóvenes utilizarán menos los cheques con cada año que pasa, sustituyendo los talonarios de cheques por la banca online, y complementando sus tarjetas de débito y crédito con transacciones directas y digitales desde su teléfono móvil u ordenador personal. Por ello, cuanto antes aprendan a utilizar las tarjetas de débito y la banca digital, mejor preparados estarán para gestionar toda una vida de contabilidad electrónica cuando sean adultos.
Débito frente a prepago
Las cuentas de débito casi siempre llevan aparejada una comisión por descubierto. En 2018, la comisión media por sobregiro fue de 33,36 dólares. Por esta razón, algunos padres consideran que dar a su hijo una tarjeta bancaria de prepago (en lugar de una tarjeta de débito) puede ayudar a establecer límites responsables en los gastos, a la vez que permite a los niños practicar hábitos modernos de gestión del dinero, y tener acceso al dinero en caso de emergencia.
Los bancos requieren un firmante conjunto para las cuentas corrientes y de ahorro que abre un menor, y esto le permite controlar el saldo de débito de su hijo prácticamente de la misma manera que lo haría para una tarjeta de prepago. A diferencia de la mayoría de las cuentas corrientes, las tarjetas de prepago conllevan diversas comisiones, por lo que presentan una curva de aprendizaje más complicada (y potencialmente costosa) para los jóvenes usuarios.
Cuotas comunes de las tarjetas prepago
- Cuota mensual
- Cuota de transacción
- Cuota de retirada en cajero automático dentro y fuera de la red
- Cuota de retirada en cajero automático.Fuera de la Red
- Cargo por Consulta de Saldo
- Cargo por Recarga de Dinero
- Cargo por Estado de Cuenta en Papel
- Cargo por Rechazo
- Cargo por Inactividad
- Cargo por Pago de Facturas
- Cargo por Reemplazo de Tarjeta
- Cargo por tarjeta adicional
- Cargo por transacción extranjera
- Cargo por cancelación de tarjeta
Una cuenta corriente tradicional enseñará a su hijo todo el proceso de gestión de la cuenta, en lugar de limitarse a llenar un cubo de prepago. Las cuentas corrientes ofrecen una tarjeta de débito, cheques (opcionales), acceso a cajeros automáticos, depósitos, retiros y una introducción al trabajo con los banqueros. Bajo su supervisión en el banco y en línea, su hijo puede aprender todo lo que necesita saber sobre la gestión diaria de cuentas sencillas. Una tarjeta de prepago no ofrece estas ventajas.
Algo que hay que tener en cuenta a la hora de crear una tarjeta de débito para su hijo es asegurarse de que el banco no puede autorizar transacciones para las que su hijo no tiene fondos. Tendrás que firmar esto cuando abras la cuenta, así que lee todo con atención y asegúrate de que no estás contratando servicios de sobregiro. Si no entiendes lo que estás firmando, haz que el banquero te lo explique con detalle.
En definitiva, a la hora de decidir si le das o no una tarjeta de débito a tu hijo, debes recordar que el objetivo es enseñarle los fundamentos de la banca moderna. El uso supervisado de una tarjeta de débito ofrece a los jóvenes una ventajosa oportunidad de practicar la banca electrónica sencilla, antes de aventurarse en una economía digitalizada y globalizada.