El escaldado impide que se produzca la acción enzimática que ablanda y decolora las verduras, exactamente lo que necesitas para conservar los colores frescos y vibrantes de los jugosos pimientos. Normalmente, los pimientos picantes no necesitan ser escaldados porque tienen una gran cantidad de pimiento, la sustancia química responsable de su calor, que los conserva de forma natural. El escaldado mata cualquier bacteria residual que quede en los pimientos después de enjuagarlos, por lo que conviene escaldarlos antes de congelarlos, enlatarlos o encurtirlos. El escaldado también ayuda a que los pimientos se cocinen de manera uniforme en el horno, así que definitivamente querrá escaldar las campanas antes de rellenarlas.
Enjuague los pimientos y córtelos por la mitad a lo largo. Recorte los tallos y deseche las semillas. Corta los pimientos en aros o en tiras, lo que desees.
Si vas a escaldar los pimientos para rellenarlos después, corta los tallos y quita sólo las semillas.
Pon una olla con agua a hervir y llena un bol grande o un recipiente para alimentos con 3/4 de hielo. Completa el hielo con agua.
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Coloca los pimientos en el agua hirviendo. Si los pimientos enteros flotan, empújalos hacia abajo con las pinzas. Escalda los pimientos enteros durante tres minutos, los pimientos cortados por la mitad durante tres minutos y los anillos durante dos minutos.
Saca los pimientos del agua hirviendo con unas pinzas y colócalos en el bol de agua helada. Enfría los pimientos durante el tiempo que los hayas escaldado. Rellena con hielo y agua según sea necesario cuando escaldes en tandas.
Retira los pimientos y deja que se sequen al aire en toallas de papel.
Consejo
Si vas a congelar, transfiere los pimientos a una bolsa de congelación resistente después de que se sequen y etiquétalos. Guarde los pimientos en el congelador hasta un año para obtener los mejores resultados.
Use guantes para manipular alimentos y no se toque nunca la cara ni las mucosas cuando trabaje con pimientos picantes.