¿Duermen las abejas?

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¡Sí que lo hacen!

Cuando las abejas se duermen, las patas de una abeja comienzan a flexionarse y lleva la cabeza al suelo. Las antenas dejan de moverse y si una abeja está realmente cansada a veces se cae de lado. Muchas abejas se agarran a las patas mientras duermen, o las patas se doblan bajo el cuerpo.

Las abejas duermen entre cinco y ocho horas al día. Pero el patrón de sueño depende de su edad y de su función.

Una abeja forrajera tiende a dormir en ciclos día-noche como nosotros, con más sueño por la noche cuando la oscuridad impide sus excursiones en busca de polen y néctar. El hecho de que las abejas forrajeras duerman según patrones obvios indica probablemente la enorme demanda física que supone para ellas la búsqueda de alimento. Duermen principalmente en la colmena, pero ocasionalmente se quedan dormidas en las flores para salir volando cuando se las molesta.

Las abejas jóvenes duermen durante periodos más cortos, y no con el ritmo diurno y nocturno tan frecuente en las buscadoras. En un estudio realizado por Eban-Rothschild y Block (2008) en el que se describen los diferentes patrones de sueño observados en las abejas jóvenes frente a las forrajeras; las jóvenes iban y venían entre el sueño ligero, medio y profundo incluso cuando parecía que estaban a punto de despertarse. Una vez que las recolectoras se despiertan por la mañana, permanecen activas hasta la puesta de sol, pero las jóvenes sólo se despiertan durante varias horas seguidas antes de volver a adormecerse. Las abejas mayores tenían un patrón de sueño bien definido del que carecían las jóvenes. Aquí hay otro vídeo sobre las abejas y sus patrones de sueño:

¿Pero por qué duermen las abejas?

Una abeja cansada no puede comunicarse correctamente cuando da a otras abejas la dirección de una fuente de alimento. Esto significa que si las abejas son enviadas en la dirección equivocada para el alimento, pierden tiempo y energía.

A las abejas melíferas privadas de sueño les resulta difícil volver a la colmena cuando visitan nuevos parches de flores. Las abejas dedican entonces más tiempo a averiguar cómo volver a casa, o se pierden definitivamente.

Las abejas también necesitan dormir para consolidar sus recuerdos, al igual que los humanos. Sin una buena noche de sueño, pues, las abejas empiezan a olvidar las actividades que deberían ser una segunda naturaleza para ellas. El aprendizaje se refuerza durante el sueño profundo, al igual que se espera en los seres humanos.

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