Embolia pulmonar

La embolia pulmonar está causada por la coagulación de las arterias de los pulmones. Los factores de riesgo son la inmovilidad prolongada, la cirugía, el cáncer, el tabaquismo, los anticonceptivos con estrógenos y la sustitución hormonal.

La embolia pulmonar está causada por la obstrucción de las arterias de los pulmones por coágulos (trombos o émbolos) que se forman con mayor frecuencia en las venas profundas de las piernas o la pelvis y se liberan en el torrente sanguíneo. Aunque son más raros, también hay casos de émbolos de grasa causados por traumatismos o fracturas, embolias de aire (burbujas de aire) y embolias de líquido amniótico.

La gravedad de la afección está directamente correlacionada con el tamaño del émbolo. Los más grandes pueden interrumpir completamente la circulación pulmonar. Esta afección puede ser mortal.

Vea también: Trombosis

Causas

La inmovilidad prolongada, las cirugías extensas, el cáncer, los traumatismos, los anticonceptivos que contienen estrógenos, el reemplazo hormonal, el embarazo y el posparto, las venas varicosas, la obesidad, el tabaquismo, la insuficiencia cardíaca, la edad mayor de 40 años, la EPOC y los trastornos de la coagulación de la sangre son factores de riesgo de embolia pulmonar.

Vea también: Reflexiones sobre el reemplazo hormonal

Síntomas

Los trombos pequeños o los que se descomponen rápidamente pueden no causar ningún síntoma, o causar síntomas leves que pasan desapercibidos. Cuando los trombos son más grandes o, aunque sean más pequeños, hay más de una arteria pulmonar afectada, los siguientes síntomas son indicativos de embolia pulmonar:

  • Dolor torácico de aparición repentina o de intensidad creciente;
  • Falta de aire;
  • Aceleración de los latidos del corazón y de la respiración;
  • Palidez;
  • Ansiedad.

La piel y las uñas azules (cianosis), la tos seca o con sangre, el dolor torácico agudo y la fiebre pueden ser signos de oclusión de una o más arterias del pulmón y de infarto pulmonar.

Diagnóstico

El estudio de la historia clínica del paciente y de los factores de riesgo son los primeros pasos en el diagnóstico de la embolia pulmonar. No obstante, existen pruebas de laboratorio y de imagen que ayudan a aclarar la sospecha de la enfermedad. Estos son: el dímero d que se puede realizar tan pronto como se inicien los cuidados, la gasometría arterial para medir el nivel de oxígeno en la sangre, la arteriografía pulmonar, la gammagrafía de ventilación pulmonar, la tomografía computarizada y la resonancia magnética.

El electrocardiograma y la radiografía de tórax, aunque no son específicos, pueden revelar cambios discretos causados por la embolia pulmonar y el infarto.

Prevención

Algunas situaciones pueden suponer un mayor riesgo de que se formen émbolos en las venas. Si no se pueden evitar, el uso de medicamentos anticoagulantes y trombolíticos en pacientes de alto riesgo, las medias elásticas, la reanudación rápida de la actividad física en los periodos postoperatorios y la realización de ejercicios para mover las piernas durante los periodos de gran inmovilidad son medidas que ayudan a controlar el trastorno.

Tratamiento

El tratamiento inicial de la embolia pulmonar incluye la administración de oxígeno y heparina, por vía intravenosa, un fármaco de acción rápida que evita el agrandamiento de los coágulos existentes y la formación de nuevos coágulos. Este fármaco suele ser sustituido posteriormente por la warfarina, que produce los mismos efectos, pero tiene una acción más lenta. Estos fármacos deben utilizarse con control médico, ya que aumentan el riesgo de hemorragia.

La implantación de un filtro en la vena cava puede ser un recurso para el tratamiento de pacientes con contraindicaciones al uso de fármacos anticoagulantes y en las recaídas, para evitar que nuevos coágulos lleguen a los pulmones.

La embolectomía (extracción del émbolo pulmonar) es una intervención quirúrgica que debe considerarse sólo en casos de embolia pulmonar masiva.

Recomendaciones

  • Informa a tu médico sobre los factores de riesgo de tromboembolismo en tu familia;
  • Consigue mantener un peso ideal para tu tipo de cuerpo y edad;
  • Intenta dejar de fumar, si fumas;
  • Mantente erguido y camina por el avión en los viajes largos. En los viajes en coche o autobús, no desaproveche las oportunidades de bajarse del vehículo y caminar un poco;
  • Realice ejercicios para estimular los músculos de las piernas y la circulación sanguínea siempre que se vea obligado a permanecer sentado o inmóvil durante mucho tiempo;
  • Busque moverse en cuanto le den el alta para levantarse después de una intervención quirúrgica o un periodo de reposo.
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