Los epicúreos creen en el respeto al prójimo, en la generosidad, en la amistad, en tratar a los demás como quieres que te traten a ti, en la racionalidad basada en la ciencia, en la cortesía, en el cuidado de las personas menos capaces de valerse por sí mismas que tú y en el sentido del humor. El epicureísmo defiende la moderación en todo, el rechazo a los estilos de religión que infunden miedo, y enseña que los seres humanos tienen tanto derechos como responsabilidades hacia los demás.
El epicureísmo es tolerante y no es hostil a la religión en sí misma, si ésta conduce a la paz mental y a la satisfacción. Saben que la mayoría de los cristianos decentes no tendrán nada que ver con la intolerancia hacia los homosexuales u otras minorías; que apoyan la planificación familiar y el aborto para las mujeres pobres, por ejemplo, y probablemente no piensan mucho en los obispos, las galas o los bienes inmuebles eclesiásticos. Por otra parte, los epicúreos no creen en lo sobrenatural ni en el castigo en una vida posterior. Por el contrario, el epicureísmo defiende la felicidad y una vida placentera, no el miedo al tormento futuro por algún pecado. Tienen una mentalidad independiente, piensan por sí mismos y rechazan el control social por parte de políticos, multimillonarios y sacerdotes.