La lejía es una de las sustancias más alcalinas de la Tierra, lo que la hace ideal como sustancia de limpieza. Es capaz de utilizar su alcalinidad para limpiar y erosionar materiales que de otro modo no podrían limpiarse. Su fuerte alcalinidad también es capaz de matar bacterias, moho y hongos. A diferencia de muchas otras sustancias alcalinas, la lejía no se neutraliza fácilmente con un ácido. El nivel alcalino de la lejía es un asombroso 13, sólo un nivel por debajo del limpiador de desagües líquido, que es la sustancia más alcalina.
La lejía es un producto químico que debe manejarse con cuidado. La lejía nunca debe mezclarse con otra cosa que no sea agua, que diluye la lejía y ayuda a hacerla más neutra. Nunca debe manipularse con la piel desnuda y siempre debe tratarse como un producto químico mortal. Mantener esta fuerte sustancia alcalina alejada de los ácidos es una de las formas más fáciles de evitar problemas mayores con la lejía, ya que el gas de cloro puede ser extremadamente dañino para la piel, el sistema respiratorio e incluso el sistema circulatorio.