No obstante, no propongo a los Bacardí como aspirantes a salvadores de Cuba. La historia de los Bacardí me atrae en parte simplemente porque contiene muchos elementos críticos pero desconocidos del drama cubano moderno. En cada etapa del desarrollo de la nación durante el último siglo y medio, hay algún ángulo de Bacardí, algún miembro de la familia que es un testigo clave o un jugador entre bastidores, o algún episodio relacionado con Bacardí que personifica el momento histórico. Muchas familias del este de Cuba, por ejemplo, compartían sus raíces catalanas y francesas, y al fabricar y vender ron a partir de la melaza cubana, los Bacardí llevaron a cabo una empresa vinculada directamente al desarrollo social y económico del país. Alcanzaron la mayoría de edad con la nación cubana, y el relato épico de sus vidas y aventuras a lo largo de varias generaciones presenta los temas cubanos clásicos: la revolución, el romance, la fiesta y la intriga.
Después de que Fidel Castro ordenara la confiscación de sus propiedades y dejara claro que ellos y otros como ellos ya no eran bienvenidos en la nueva Cuba, los Bacardí abandonaron la isla, reconstruyendo su empresa de ron a través de sus operaciones en Puerto Rico y México. En el exilio, asumieron un nuevo papel de liderazgo, esta vez como organizadores y financiadores de la oposición anticastrista. Fidel perdió un importante aliado cuando expulsó a los Bacardí, y ganó un adversario decidido. El conflicto Bacardí-Castro llegó a simbolizar la división de la nación cubana y las reivindicaciones rivales sobre la historia del país. En los primeros años del siglo XXI, cuando la cuestión cubana más candente era lo que seguiría a la era Castro, los Bacardí volvieron a ser protagonistas. Pocos productos se asocian tanto con Cuba como el ron, y la familia que hizo famoso el ron cubano estaba ansiosa por reclamar una parte de esa industria, una de las pocas de la isla con perspectivas de crecimiento prometedoras sin importar quién estuviera al mando.
También hay otra historia enterrada en este relato. Así como la historia de Bacardí ayuda a explicar la Cuba moderna, la conexión de la compañía con Cuba nos ayuda a trazar la evolución de una empresa familiar única. Bacardi Limited entró en el siglo XXI como una auténtica multinacional, con sede en las Bermudas, y una línea de productos que incluía whisky, ginebra, vermut, vodka y tequila, además de ron. Sin embargo, siguió siendo una empresa privada, propiedad de una sola familia, que seguía sintiendo su identidad cubana. Su evolución refleja los puntos fuertes -y también los riesgos y desafíos- de una empresa cerrada y dinástica en una economía global interconectada. El sentido de la herencia de la empresa le ayudó a sobrevivir tras la pérdida de su sede en Cuba, pero hubo una tensión inevitable entre los antiguos valores políticos y el nuevo enfoque en los rendimientos de las inversiones. En vísperas de la era poscastrista, la conexión Bacardí-Cuba puso una prueba que revelaría cómo había cambiado la empresa a lo largo de los años: Si volvía a Cuba -como dijo que haría-, ¿resultaría ser sólo otra gran corporación sin alma que compite por una parte de la acción, o volvería como la empresa familiar que desempeña un papel patriótico?