La letra escarlata

Aunque La letra escarlata trata de Hester Prynne, el libro no es tanto una consideración de su carácter innato como un examen de las fuerzas que la moldean y las transformaciones que esas fuerzas efectúan. Sabemos muy poco sobre Hester antes de su aventura con Dimmesdale y su consiguiente vergüenza pública. Leemos que se casó con Chillingworth aunque no lo amaba, pero nunca entendemos del todo por qué. Los primeros capítulos del libro sugieren que, antes de su matrimonio, Hester era una joven de carácter fuerte e impetuoso; recuerda a sus padres como guías cariñosos que a menudo tenían que frenar su comportamiento incauto. El hecho de que tenga una aventura también sugiere que alguna vez tuvo una naturaleza apasionada.

Pero es lo que sucede después de la aventura de Hester lo que la convierte en la mujer con la que el lector está familiarizado. Avergonzada y apartada del resto de la comunidad, Hester se vuelve contemplativa y especula sobre la naturaleza humana, la organización social y las grandes cuestiones morales. Las tribulaciones de Hester también la llevan a ser estoica y librepensadora. Aunque el narrador finge desaprobar el filosofar independiente de Hester, su tono indica que admira secretamente su independencia y sus ideas.

Hester también se convierte en una especie de figura maternal compasiva como resultado de sus experiencias. Hester modera su tendencia a la precipitación, porque sabe que ese comportamiento podría hacerle perder a su hija, Pearl. Hester también es maternal con respecto a la sociedad: cuida de los pobres y les lleva comida y ropa. Al final de la novela, Hester se ha convertido en una figura materna protofeminista para las mujeres de la comunidad. La vergüenza asociada a su letra escarlata ha desaparecido. Las mujeres reconocen que su castigo se debe en parte al sexismo de los padres del pueblo, y acuden a Hester en busca de refugio contra las fuerzas sexistas que ellas mismas sufren. A lo largo de La carta escarlata, Hester es retratada como una mujer inteligente y capaz, pero no necesariamente extraordinaria. Son las circunstancias extraordinarias que la moldean las que la convierten en una figura tan importante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *