FRUITA – Un agricultor de quinta generación está ocupado atendiendo sus campos cuando le preguntan por el pollo. Otra vez.
«Sí», dice Troy Waters. «Todo el mundo me pregunta por el pollo»
Sólo porque él es el más familiarizado con el pollo. Y no es un pollo cualquiera.
Este es Mike el Pollo sin Cabeza, cuya imagen de 1945 está consagrada en una esquina del centro de la ciudad y cuya leyenda local se celebrará este mes en el 21º Festival anual de Mike el Pollo sin Cabeza.
El año pasado se estimó una asistencia de 17.000 personas, unos cuantos miles más que la población de Fruita. Es un fin de semana de entretenimiento en vivo y de comer pitidos y comer alas de pollo y espectáculos de pollos y bingo de caca de pollo y mucho más.
El interés nunca deja de sorprender al organizador Tom Casal.
«El año pasado, hablé con alguien de Gran Bretaña. Hice un programa de radio en Michigan. Hice un programa de radio en Toronto. El par de años anteriores, nuestro grupo de marketing habló con gente de Irlanda y Alemania»
Probablemente, Waters volverá a quedarse fuera. Porque inevitablemente algún periodista de allí querrá preguntarle por el pollo. Otra vez.