En 1910, en la Mina Naica de Chihuahua, México, en el centro-norte del país, la Compañía Minera Peñoles extraía plata, zinc y plomo, cuando los mineros descubrieron lo que se conoció como la «Cueva de Las Espadas».»
Se trataba de un pasillo de 80 metros de largo lleno de cristales de selenita de hasta dos metros. Desgraciadamente, una vez que la cueva se abrió a los turistas, no tardaron en destruirse muchos de los delicados cristales.
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Avanza 90 años hasta el año 2000 cuando dos mineros, los hermanos Pedro, y Juan Sánchez trabajaban en la Mina Naica, persiguiendo una veta de plata a 300 metros bajo la superficie cuando se abrieron paso hacia una cámara subterránea.
Se parecía, literalmente, a la Fortaleza de la Soledad de Superman, tal y como aparece en la película de 1978 protagonizada por Christopher Reeve. La clarividencia del diseñador de producción de la película, John Barry, era realmente notable.
Bienvenidos a la Cueva de los Cristales Gigantes
La gigantesca caverna, de unos 98 pies (30 metros) de largo por 33 pies (10 metros) de ancho, contenía altísimos cristales de selenita, con unos 11 metros (36 pies) de altura, 3.2 pies (1 metro) de espesor, y un peso aproximado de 55 toneladas.
Estos cristales tardaron 500.000 años en crecer, y se formaron porque entre 3 y 5 km por debajo de la mina hay una piscina de magma fundido. Con el paso del tiempo, las cavernas se inundaron con agua subterránea rica en minerales de yeso.
El calor generado por el magma hizo que el yeso del agua creciera hasta convertirse en los gigantescos cristales de selenita que vemos hoy.
El calor del magma hace que la cueva sea insoportablemente caliente para los humanos, a menos que lleven trajes especiales de refrigeración. Se han registrado temperaturas de 136 grados F (58 grados C), y la cueva tiene una humedad relativa constante cercana al 100 por ciento.
Incluso llevando trajes de refrigeración especialmente diseñados, los científicos e investigadores no pueden pasar más de 30 o 45 minutos en la cueva. La humedad hace que la humedad del aire se condense en los pulmones, una condición que puede ser fatal. Además de enfriar el cuerpo, los trajes refrigerantes también proporcionan un suministro de aire frío.
En 2006, un equipo dirigido por Paolo Forti, de la Universidad de Bolonia (Italia), exploró la cueva. El científico Stein-Erik Lauritzen, de la Universidad de Bergen, fechó los cristales en al menos 500.000 años, y un equipo midió el ritmo de crecimiento extremadamente lento de los cristales.
Una forma de vida completamente nueva
En la reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia de 2017, los investigadores, entre los que se encontraba la directora del Instituto de Astrobiología de la NASA, Penelope Boston, anunciaron el descubrimiento de bacterias encontradas incrustadas en algunos de los cristales. Tras reanimar estos organismos, los científicos concluyeron que no están estrechamente relacionados con nada de las bases de datos genéticas conocidas.
Tras 17 años sin agua a su alrededor, los cristales habían dejado de crecer. Pero entonces, en 2017, Peñoles dejó de bombear el agua de la cueva y ésta se volvió a llenar, permitiendo que los cristales continuaran su lento crecimiento.