Matar a Jesús: ¿Quién fue el verdadero Poncio Pilato?

El Sanedrín quería deshacerse de este visionario vejatorio, pero no tenía autoridad legal para matarlo, así que buscó la complicidad de Pilato, argumentando que Jesús «ya no era sólo un problema religioso sino también político». Pilato se mostró cauteloso; quería seguir en buenos términos con las autoridades judías, pero también temía un levantamiento popular si Jesús era condenado a muerte. Claramente prefería que los judíos manejaran este asunto entre ellos.

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Schiavone es el mejor al reconstruir los intercambios entre Jesús y Pilatos. El acusado se negó a defenderse y respondió a las preguntas del gobernador con preguntas retóricas propias. Pilato podría haberse enfadado fácilmente por el descaro del prisionero, pero Schiavone sugiere que ya estaba enamorado del carisma de Jesús y de su ecuanimidad, mientras que su respuesta a la acusación de pretender ser rey de los judíos ponía en entredicho las pretensiones teocráticas judías. «Cuando Jesús dice que su reino no es de este mundo», escribe Schiavone, «está literalmente volcando sobre sí mismo la tradición de la teocracia judaica. El poder de Dios ya no se refleja sin mediación en el poder terrenal». Jesús concede así el poder del Estado, incluso cuando afirma «la absoluta primacía del mundo del que procede sobre el que se prepara para matarlo»

Schiavone retrata a Pilato como cada vez más reacio a dictar sentencia contra Jesús; trató repetidamente de sugerir un castigo menos que la muerte, pero las autoridades judías no quisieron. Schiavone cree que el punto de inflexión llegó cuando Pilato reconoció que la negativa de Jesús a defenderse formaba parte de un plan más amplio: «El gobernador juntó todas las piezas en un solo cuadro, comprendió plenamente la actitud del prisionero y se convenció -fuertemente influenciado por el aura del hombre- de no oponerse a su designio».»

El resultado es una historia que aún se discute todos estos siglos después. El relato de Schiavone saca muy bien a Pilato de las sombras, aunque sea brevemente, e incluso le proporciona una medida de rehabilitación. El interlocutor de Pilato, por su parte, alcanzó una fama que superó con creces al Imperio Romano.

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