Al llegar a un «mínimo histórico» con su peso, Denise Cann tomó la drástica decisión de dejar que los médicos le cerraran la mandíbula.
Se había hinchado hasta superar los 16 kilos y creía que tener sus dientes «cementados» le impediría atiborrarse de comida y acumular kilos.
Sin embargo, poco sabía Denise, de 56 años, del tormento que le sobrevendría, ya que el procedimiento la dejó sin poder hablar, bostezar o estornudar correctamente.
Ahora, 30 años después de su pesadilla, Denise, de Neath Port Talbot (Gales), ha perdido por fin el peso que deseaba, con un método mucho más seguro.
La madre de tres hijos revisó su dieta y empezó a hacer ejercicio, y desde entonces se ha deshecho de unos impresionantes cinco kilos: «Puedo llevar a mis nietos a todos los lugares a los que antes no podía ir y me siento segura de mí misma. Ahora disfruto comprándome ropa.»
Denise dice que luchó con su peso desde que estaba en la escuela, cuando sus compañeros se burlaban de ella por su tamaño.
«Parecía el Tiburón de James Bond», dice Denise, que incluso era pesada por su profesora al final de la clase.
Y cuando Denise cumplió los 18 años decidió que era hora de tomar medidas drásticas para dejar de comer demasiado.
Habló con sus médicos, que accedieron a cerrarle la mandíbula con alambre para que sólo la comida en forma líquida pudiera pasar por un pequeño hueco entre sus dientes superiores e inferiores.