El TDAH se distribuye entre individuos de todos los niveles intelectuales, y algunos de esos individuos tienen altos coeficientes intelectuales. Hay una superposición significativa de características entre las personas con TDAH, alto coeficiente intelectual y creatividad, como la curiosidad, la impaciencia, la alta energía, la baja tolerancia al aburrimiento, el carisma, el inconformismo, la asunción de riesgos y la resistencia a la autoridad.
Las personas de alto coeficiente intelectual con déficit de atención suelen sobresalir en tareas que requieren un pensamiento divergente, que es espontáneo y no lineal, un pensamiento «fuera de la caja». Suelen tener menos éxito en las tareas que requieren un pensamiento convergente, que exige precisión, lógica y velocidad – el pensamiento matemático-SAT.
Muchos adultos con alto coeficiente intelectual que luchan contra los síntomas del TDAH se preguntan por qué su condición se considera poco creíble. Lori, de 43 años, productora de televisión, dijo: «Acabo de ver al segundo médico que me dijo que no podía tener TDAH: soy demasiado inteligente, me fue bien en la escuela, no tengo problemas de conducta, soy una profesional de alto funcionamiento. Las apariencias engañan; dentro de mi cabeza es un lío caliente.»
La inteligencia y el coeficiente intelectual no contrarrestan el TDAH
Muchos asumen que un coeficiente intelectual alto hace que todo en la vida sea más fácil, incluyendo el manejo del TDAH. Sin embargo, la investigación nos dice que un CI alto no protege a nadie de la disfunción ejecutiva o de la desregulación emocional típicas del TDAH.
A pesar de sus fortalezas y talentos, los adultos con CI alto con TDAH demuestran más dificultades cognitivas, deficiencias funcionales y comorbilidades que los adultos con CI alto sin TDAH.
De hecho, la gravedad de sus deficiencias en la función ejecutiva, especialmente en la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento, no difiere de la de los adultos con CI medio con TDAH. Lo que sí tienen estos intrigantes individuos es un conjunto único de desafíos.
Desafíos únicos que acompañan al TDAH de alto funcionamiento
Los que crecen celebrados como «inteligentes» interiorizan su intelecto como una base de sus identidades y una fuente de autoestima. Saben que cargan con la expectativa del éxito. Al prosperar en la escuela con poco esfuerzo, se les ha dicho que el éxito será suyo.
Pero aquí es donde el camino comienza a divergir para aquellos con TDAH: Debido a los retrasos en el desarrollo que caracterizan al TDAH, los niños que lo padecen tienden a ir de tres a cinco años por detrás de sus compañeros cronológicos en el funcionamiento social/emocional. Al mismo tiempo, los niños muy brillantes que padecen la enfermedad suelen funcionar de tres a cinco años por encima de sus compañeros en el plano intelectual.
Estas discrepancias extremas en el funcionamiento desconciertan a quienes viven con ellos, así como a quienes los observan. Rob, de 31 años, técnico de ciberseguridad, recuerda la incomodidad que sentía en la escuela secundaria: «Sacaba 100 en todo, pero era muy friki y nunca tuve amigos en mi curso. Me sentía más cómodo con niños más pequeños o con adultos». Ser inteligente con TDAH es una mezcla».
«Potencial» se convierte en una palabra de cuatro letras
La destreza intelectual flaquea en aquellos con TDAH a medida que las exigencias académicas crecen en velocidad y complejidad. Confundidos por sus inconsistentes logros, se encuentran incapaces de realizar su potencial. Los padres y los profesores suelen atribuir su bajo rendimiento al aburrimiento, al descuido, a la pereza o a la falta de atención, y estos adolescentes brillantes y desmoralizados no tienen mejores explicaciones.
Un estribillo constante que escucho es: «¿Cómo he podido ser tan estúpido?». Incluso después del diagnóstico, niegan el impacto que el TDAH tiene en su rendimiento. En lugar de reconocer la complejidad que el TDAH añade a cualquier tarea, atribuyen sus dificultades a sus defectos.
La crisis de identidad del TDAH de alto funcionamiento
El rendimiento académico es muy susceptible de verse afectado por el TDAH. Los estudios muestran que el 42 por ciento de los adultos con TDAH de alto coeficiente intelectual han abandonado la universidad al menos una vez. Sin embargo, siguen creyendo que su intelecto debería permitirles triunfar sobre sus deficiencias.
La historia de Mark es típica: Un estudiante estelar en su día -capitán del equipo de debate, aceptado en dos escuelas de la Ivy League- no puede relacionarse con ese yo anterior. Ahora, como ejecutivo de publicidad de 38 años, se quedó dormido en su última reunión de negocios y le preocupaba haberse perdido algo importante. Después de terminar su PowerPoint a las 2:30 de la madrugada, se quedó dormido al día siguiente y salió de casa sin café. Dice: «Quienquiera que fuera, ya no soy ese tipo. Parece que no importa lo mucho que sepa. Cuando tengo que actuar, me paralizo y me siento incompetente»
Un coeficiente intelectual alto puede facilitar la compensación de los síntomas del TDAH. Los adultos con CI alto y TDAH parecen funcionar bien, pero esto tiene un alto coste emocional. Al invertir mucho tiempo y energía para presentar una imagen pública impecable, se apoyan en comportamientos obsesivos para garantizar la organización y la estructura. Por mucho que gestionen con éxito sus ciclos de procrastinación e hiperconcentración, inevitablemente se sienten agobiados y agotados. Decididos a mantener interiorizados la ansiedad, la frustración, la vergüenza y la decepción, se autocontrolan sin descanso. Son hipervigilantes a la hora de ocultar cualquier cosa que pueda exponer su caos interno.
Susan, de 51 años, editora de una revista, explica cómo le funciona el perfeccionismo: «No importa lo que tenga que hacer, siempre que dé la impresión de ser inteligente y tener el control. Sé que puedo ser un poco rígida, pero, si los directores de las revistas están impresionados, todo está bien. Es sólo que siempre estoy muy ansioso, temiendo el día en que descubran que soy un fraude».
La lucha secreta de los adultos de alto coeficiente intelectual con TDAH
Los adultos de alto coeficiente intelectual con TDAH se sienten más exitosos cuando su rendimiento no refleja los desafíos sobre los que triunfan cada día. Si no están sufriendo abiertamente, ni parecen estar necesitados, es poco probable que reciban el apoyo que necesitan. La combinación de orgullo y vergüenza les disuade de revelar su experiencia interior y, como resultado, se aíslan con sus cargas.
Sin el historial de dificultades requerido para el diagnóstico, y dado su alto funcionamiento, presentan una forma de TDAH desconocida para la mayoría de los clínicos. Si alguna vez se les diagnostica, es probable que su diagnóstico se retrase hasta que los problemas comórbidos compliquen sus dificultades. El resultado de afrontarlo bien es que la lucha sigue siendo secreta, pero no por ello menos dañina.
Tener un alto coeficiente intelectual no significa que te sientas inteligente
La caída en desgracia, cuando llega, suele implicar volver a ver el brillante reconocimiento obtenido en el pasado. Se juzgan a sí mismos con dureza: se avergüenzan de no poder procesar más rápido, recordar más, seguir mejor, ser menos reactivos emocionalmente. Es doloroso aceptar que están trabajando el doble de duro, durante el doble de tiempo, para lograr la mitad de lo que se ha conseguido.
Lo que hace que esto sea más desmoralizador es que, como Mark, se sienten obligados a redefinir sus identidades. Aislada por su vida secreta, Lori se lamenta por su confianza perdida: «¿A quién quiero engañar? Si fuera realmente inteligente, podría aplastar esto». Estas personas desesperadas se enfrentan a una crisis de identidad basada en la vergüenza, además del impacto de un trastorno neurobiológico.
Qué hay que hacer después de obtener ayuda para el TDAH de alto rendimiento
Lori fue finalmente diagnosticada después de encontrar al clínico adecuado, y comenzó a reconocer cómo su trabajo como productora era un buen ajuste para ella porque trabaja en un entorno altamente estimulante, de rápido movimiento y amigable con el TDAH. En lugar de tratar de reprimir su constante flujo de ideas, se arriesgó y descubrió que eran bien recibidas, aunque de vez en cuando las interrumpiera.
Rob empezó a aceptar que la forma en que funcionaba su cerebro era una ventaja en su trabajo, y que los otros técnicos estaban conectados de forma similar. Dejó de verse a sí mismo como un paria social y salió a comer con un colega por primera vez. Mark empezó a utilizar su creatividad artística para hacer que sus campañas publicitarias fueran más divertidas, más atrevidas y más coloridas; se sentía orgulloso cuando sus colegas decían que se paseaba sonriendo demasiado.
Susan empezó a relajar sus instintos perfeccionistas y a ver que los detalles que la obsesionaban no eran aparentemente tan críticos como pensaba. Le encantaba sentirse menos vigilante y ansiosa.
Los que habitan en esa intersección aleatoria de los genes del alto coeficiente intelectual y el TDAH tienen habilidades que, debidamente canalizadas, definen a nuestros emprendedores y a nuestros líderes. ¡No faltan personas de éxito con TDAH! Lo que marca la diferencia es la lente a través de la cual te ves a ti mismo en relación con el resto del mundo. La buena noticia es que puedes reformular las formas de etiquetarte a ti mismo, una vez que reconozcas que tú aplicaste esas etiquetas en primer lugar, y sólo tú puedes quitártelas.
Seis pasos para aceptarte a ti mismo: TDAH, coeficiente intelectual y todo
Hacer que alguien sea testigo de tu experiencia es el primer paso hacia la autoaceptación. No puedes cambiar el cableado de tu cerebro, pero hay muchas maneras de sentirte más digno en tu propia piel.
- Aprende todo lo que puedas sobre tu cerebro con TDAH. Lee, mira seminarios web, únete a grupos online, para que puedas entender por qué no siempre puedes controlar tus respuestas, independientemente de lo inteligente que seas. Hay alivio en descubrir que muchos comparten el viaje que se siente como el tuyo solo.
- Quita las etiquetas. Tú no eres tus síntomas ni tu diagnóstico ni tu coeficiente intelectual. Separa la esencia de lo que eres de las etiquetas que podrían limitarte. A medida que te deshaces de esas etiquetas, puedes empezar a redefinir tu identidad con aspectos más realistas de lo que eres, no de lo que «deberías» ser.
- Sal de la prisión del aislamiento. Arriésgate: con un terapeuta, un mejor amigo, una pareja o un grupo de apoyo. Imagina que te sientes lo suficientemente seguro como para quitarte la máscara sin miedo al rechazo.
- Recuerda que la mayoría de la gente hace malabares con problemas que hacen que el mundo sea menos predecible. Ninguno de nosotros tiene esa codiciada sensación de control todo el tiempo.
- Optimice su funcionamiento a través de un mejor cuidado personal: dieta, sueño, ejercicio, gestión del estrés, aficiones y relajación. Invertir en ti mismo envía el mensaje de que vales la pena.
- Celebra tus dones. Puede que sientas que tus capacidades no existen porque no puedes acceder a ellas de forma fiable. No esperamos que los artistas creen obras maestras todos los días; muestra la misma compasión por ti mismo y no te exijas un nivel de exigencia poco realista. Nada puede robarte tus soluciones brillantes; en lugar de lamentar que no se produzcan con la suficiente frecuencia, celébralas cuando lo hagan.
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Actualizado el 7 de febrero de 2021