Las tandas se forman por muchas razones, pero a menudo porque al menos uno de los miembros necesita dinero para pagar una deuda de inmediato, o porque surge una emergencia. En EE.UU., puede llevar muchos meses o incluso años conseguir el número de la Seguridad Social necesario para abrir cuentas bancarias y de tarjetas de crédito tradicionales. Las tandas ofrecen a los inmigrantes y otras personas una forma de «pedir prestado» y «ahorrar» cuando no tienen acceso a otros medios bancarios. Pero también pueden formarse sin obligaciones financieras apremiantes.
Entre los mexicanos, estas formas de asociaciones de ahorro informales desempeñan un papel importante para sostener el sustento de muchas personas que viven tanto en México como en Estados Unidos. De acuerdo con el antropólogo cultural Carlos Vélez-Ibáñez -el primer estudioso en examinar críticamente esta práctica cultural entre los mexicanos- las tandas se basan en la confianza mutua. Como explica Vélez-Ibáñez, la confianza «configura las expectativas de relación dentro de amplias redes de vínculos interpersonales, en las que se intercambian intimidades, favores, bienes, servicios, emociones, poder o información».
Aunque las tandas pueden desempeñar importantes funciones económicas entre los mexicanos, también cumplen importantes funciones sociales y emocionales en la vida cotidiana de las personas, ya que la utilizan como foro para mejorar su estatus entre los compañeros de tanda y sus asociados, al participar religiosamente en la asociación. Por citar un ejemplo del artículo de Franziska Castillo Tandas: clubes de préstamo informales donde la confianza se une a la necesidad, menciona el caso de su vecino de 22 años, Gerardo, que se unió a una tanda después de que su tía respondiera por él en el grupo. «Si tengo el dinero en mis manos, lo gastaré», razona Gerardo para unirse a la tanda. No puede defraudar a su asociación, ya que su abuela en México, miembro de la tanda de toda la vida, se sentiría decepcionada por él. Estas construcciones sociales crean una plataforma que fomenta el ahorro entre los miembros. Mientras que un estadounidense medio sólo ahorra el cinco por ciento de sus ingresos anuales, los inmigrantes mexicanos suelen enviar un 11,5 por ciento de sus ingresos a sus países de origen. Según la antropóloga Lourdes Gutiérrez Nájera, las tandas son comunes entre los migrantes oaxaqueños.
Para las mujeres, en particular, las tandas facilitan las redes sociales y las hacen sentir menos aisladas viviendo en Los Ángeles. Como sugieren en broma las mujeres que cita, «la única razón por la que las mujeres participan en las tandas es por el chisme, si no, no tiene sentido.» En consecuencia, participar en las reuniones de tanda hace más tolerable la separación de su ciudad natal, Yalalag. Y lo que es más importante, también ayudan a los emigrantes a ahorrar dinero.
Las generaciones más jóvenes han creado empresas que modernizan las tandas con plataformas online. (Yahoo Finance, por ejemplo, creó la efímera aplicación Tanda, que permitía a amigos y familiares participar en el mismo grupo sin estar muy cerca geográficamente). Estas plataformas ayudan a resolver los problemas que genera la tanda tradicional, como la transparencia, la organización, la localización y los métodos de recaudación y distribución del dinero.