Economía
El desarrollo económico de Suiza se ha visto afectado por factores geográficos físicos y culturales específicos. En primer lugar, el país cuenta con pocas materias primas; las precipitaciones y la calidad del suelo determinan en gran medida el tipo y el tamaño de los cultivos; la expansión urbana e industrial invade la limitada cantidad de tierra cultivable; los sectores del comercio y el transporte se han beneficiado de la ubicación central de Suiza en las rutas comerciales internacionales; y el turismo se ha visto impulsado por la excepcional belleza escénica del paisaje, que incluye picos glaciares y lagos alpinos. En segundo lugar, la incapacidad del pequeño mercado interno del país para absorber la producción total de una población cualificada y eficiente obligó a Suiza a buscar mercados mundiales. Así, importando materias primas y convirtiéndolas en productos acabados de alta calidad y alto valor añadido para la exportación, desarrollando un sistema de transporte y una industria turística altamente organizados y eficientes, y estableciendo una orientación de libre mercado, Suiza ha sido capaz, en general, de mantener el desempleo bajo y la inflación bajo control, y ha alcanzado uno de los niveles de vida y renta per cápita más altos del mundo.
Los diversos factores físicos y culturales también han dado lugar al desarrollo de industrias de servicios, como el transporte marítimo, la banca, los seguros y el turismo, así como a exportaciones como productos químicos, máquinas, instrumentos de precisión y alimentos procesados. La economía suiza se caracteriza por la diversidad industrial y la ausencia de grandes empresas. Sin embargo, algunas empresas suizas -como el gigante de la alimentación Nestlé y la empresa farmacéutica Novartis- tienen empresas mundiales que emplean a mucha más gente en el extranjero que en Suiza y venden la mayoría de sus productos en los mercados extranjeros. Los trabajadores extranjeros constituyen aproximadamente una cuarta parte de la población económicamente activa en Suiza, y sin su presencia muchos sectores de la economía (por ejemplo, hoteles, restaurantes y turismo) se paralizarían. No obstante, a veces se han producido tensiones sociales, sobre todo cuando se percibía que los extranjeros amenazaban el modo de vida suizo y desplazaban a los trabajadores suizos.
La larga tradición de democracia directa (más de la mitad de los referendos nacionales del mundo se han celebrado en el país) y de federalismo en Suiza, así como la gran dependencia del país del comercio exterior, han dado lugar a una aversión igualmente tradicional a la intervención del Estado y a un fuerte y constante apoyo al libre comercio mundial. Así pues, con la excepción de Correos, la mayoría de los servicios públicos e importantes son empresas privadas o municipales, en algunos casos subvencionadas por los gobiernos cantonales. La red telefónica y los ferrocarriles, que antes eran de propiedad y gestión federal, se privatizaron a finales de la década de 1990.
Así como la burocracia centralizada ha sido tradicionalmente objeto de desconfianza en el país, los suizos también se han mostrado recelosos de la integración económica con Europa. Aunque Suiza negoció en 1972 un acuerdo especial con la Comunidad Económica Europea (posteriormente sucedida por la Unión Europea), se ha mantenido al margen de la UE, prefiriendo en su lugar la pertenencia a la más limitada Asociación Europea de Libre Comercio (AELC). Como reacción a la eliminación prevista a principios de los años 90 de todas las barreras a la circulación de personas, bienes y servicios en la UE, la AELC negoció con la UE la creación de un nuevo bloque comercial: el Espacio Económico Europeo (EEE). Sin embargo, en 1992, los votantes suizos rechazaron por escaso margen la adhesión al EEE. La votación puso de manifiesto las diferencias entre grupos lingüísticos, ya que los suizos franceses votaron mayoritariamente a favor del acuerdo, mientras que la mayoría de los suizos alemanes e italianos se opusieron. Posteriormente, el gobierno negoció acuerdos bilaterales con la UE sobre la mayoría de los temas cubiertos por el tratado del EEE. En el año 2000 los votantes suizos ratificaron el nuevo acuerdo, pero no fue hasta 2016 cuando Suiza retiró oficialmente su solicitud de adhesión al EEE.
Vinculado económicamente con Suiza, su vecino más pequeño, el Principado de Liechtenstein, utiliza la moneda suiza y goza de la protección del ejército suizo. No obstante, Liechtenstein se adhirió al EEE en 1995 (tras modificar su unión aduanera con Suiza) y también es miembro individual de la AELC.