Teoría de las élites
la hipótesis de que las élites políticas son inevitables en las sociedades modernas complejas. En su forma original, esta teoría fue una respuesta sociológica al relativo fracaso de los movimientos democráticos modernos, juzgados por sus propios objetivos más elevados. Más que el poder para el pueblo, el advenimiento de la DEMOCRACIA moderna trajo consigo nuevas bases de pertenencia a las élites. Asociadas particularmente a la visión pesimista de la democracia moderna adoptada por el PARETO y, en menor medida, por el MOSCA, las élites fueron vistas como una consecuencia inevitable de las diferencias psicológicas entre las élites y las MASAS y de los requisitos organizativos de las sociedades modernas. Véase también LEY DE HIERRO DE LA OLIGARQUÍA, MICHELS. Compárese con «RULING CLASS».
En su forma más reciente (véase ÉLITE DEMOCRÁTICO) la teoría de la élite ha modificado su pesimismo sobre la democracia moderna Partiendo de los argumentos ya implícitos en la obra de teóricos como Mosca y Michels de que las diferentes bases del poder de la élite tienen importantes consecuencias sociales, lo que algunos teóricos (por ejemplo, Dahl, 1961) proponen ahora es que una competencia democrática entre élites representativas rivales constituye la mejor forma practicable de gobierno moderno. Compárese con ÉLITE DEL PODER; véase también DEMOCRACIA ESTABLE.
El estudio de las élites y la comprobación de las teorías de las élites ha sido un área notablemente controvertida. Mientras que algunos investigadores (por ejemplo, Hunter, 1963) han seguido un enfoque «reputacional» preguntando a los encuestados «quién tiene el poder», otros, incluyendo a Dahl, han argumentado que sólo el estudio cuidadoso de las «decisiones» reales – los resultados de la operación del poder – puede establecer satisfactoriamente quién es de hecho poderoso. Sin embargo, ni siquiera esto es decisivo, ya que, como sostienen Bachrach y Baratz (1962), el estudio de las «decisiones» manifiestas no explora la existencia de las «no decisiones» (véase PODER COMUNITARIO), las numerosas circunstancias en las que el equilibrio de poder puede ser tal que impida el debate político o la contienda política, de modo que no se pueda observar ningún punto de «decisión» manifiesta. Véase también PODER, SOCIEDAD DE MASAS.