Aunque un plato principal de ensalada de pasta ya contiene todo lo que se desea en una comida, las guarniciones proporcionan un contrapunto a la ensalada o un poco más de algo para equilibrar la comida y hacerla sentir completa. En cualquier caso, busque guarniciones que contrasten con la ensalada en términos de sabor, textura, temperatura o color para añadir interés a su comida.
Más verduras
Una guarnición de verduras añade frescura a un plato principal de ensalada de pasta tanto si la ensalada ya contiene verduras como si no. Sirve las verduras para comerlas con los dedos, de modo que queden apartadas de la ensalada, y sírvelas al lado de la ensalada o en un plato aparte. Elija verduras sencillas, como un bol de aceitunas o guisantes crudos. O bien, sirva verduras cocidas, como mazorcas de maíz, brócoli asado o patatas dulces asadas fritas.
Algo crujiente
Las ensaladas de pasta suelen contener ingredientes crujientes, pero un extra de crujido en una guarnición también equilibra la pasta suave. Una pequeña porción de pan de ajo crujiente o palitos de pan sirve para ello, al igual que los chips de tortilla o pita. Prepare sus propios chips picantes cortando tortillas de maíz o pan de pita en cuartos, rociándolos con aceite en aerosol, espolvoreándolos con sal y pimienta de cayena, y asándolos en un horno a 350 grados Fahrenheit durante unos 12 minutos, dándoles la vuelta una vez.
Proteína extra
Una pequeña cantidad de proteína extra en un plato de acompañamiento ayuda a los comedores de ensalada reacios en su familia a aceptar un plato principal de pasta. Sirva el plato de proteína como alimento para los dedos para hacer una clara distinción entre éste y la ensalada, y elija algo diferente de lo que hay en la propia ensalada. Por ejemplo, sirva gambas a la plancha con una ensalada de pasta que contenga salami o jamón en lonchas, o sirva cerdos en una manta -perritos calientes envueltos en hojaldre- con una ensalada de pasta con tres judías y queso feta.
Frutas o tomates jugosos
Una guarnición de frutas o tomates aporta frescura y jugosidad al plato principal: basta con colocar un racimo de uvas, unas rodajas de manzana o un cuarto de sandía junto a la ensalada. O bien, utilice otro plato para colocar una rodaja de melón que ya haya pelado para facilitar su consumo. Para una guarnición más elaborada si tu ensalada no lleva ya tomates, corta los tomates por la mitad, rocíalos con aceite, vinagre y ajo picado y hornéalos a 350 grados Fahrenheit durante unas tres horas o hasta que se reduzcan a la mitad de su tamaño.