A principios de este verano, mientras los veraneantes colocaban las toallas de playa, ajustaban sus gafas de sol y sentían el calor de los rayos solares, los investigadores presentaron el mayor estudio del mundo que examinaba la relación entre la vitamina D y la hipertensión en la Conferencia de la Sociedad Europea de Genética Humana celebrada en París, Francia. Los datos presentados, procedentes de más de 35 estudios y 155.000 personas, revelaron que las concentraciones elevadas de 25-hidroxivitamina D daban lugar a niveles más bajos de presión arterial y a un menor riesgo de hipertensión. Cuando no nos tomamos un descanso de la vida real, nuestros hábitos diarios han dado lugar a niveles más bajos de vitamina D en todo el mundo occidental, ya que en las últimas décadas hemos permanecido en el interior y nos hemos cubierto para prevenir el cáncer de piel, lo cual es estupendo para nuestra piel, pero malo para nuestra presión arterial.
La vitamina D es producida por la piel cuando entra en contacto con la radiación ultravioleta B del sol. También obtenemos vitamina D a través de fuentes dietéticas, sin embargo, no se encuentra ampliamente de forma natural en las fuentes de alimentos y se ha encontrado que el enriquecimiento de los alimentos es en gran medida inconsistente o inadecuado como fuentes fiables. Aunque la absorción de la vitamina D depende principalmente de la exposición al sol, dependiendo del lugar en el que se viva, de la hora y el día y de la ropa que se lleve puesta, es posible que no se obtenga toda la que se necesita. De hecho, se estima que entre el 40 y el 75 por ciento de nuestra población tiene una deficiencia de vitamina D.
«Comprobamos de forma rutinaria los niveles de vitamina D de los pacientes que acuden a la consulta por hipertensión», explica el Dr. Wayne Leimbach. Si un paciente tiene un déficit de vitamina D, la prescripción de un suplemento diario puede regular la presión arterial sin efectos secundarios ni dosis elevadas de medicamentos. Puede ser una solución sencilla para lo que de otro modo podría ser una condición difícil de manejar.
Los investigadores han encontrado que por cada 10 por ciento de aumento en las concentraciones de 25-hidroxivitamina D, hay una disminución del 8,1 por ciento en el riesgo de hipertensión. Con esta correlación encontrada, los investigadores dicen que seguirán examinando las formas en que la deficiencia de vitamina D puede influir en otros factores de riesgo de enfermedades cardíacas, incluyendo el riesgo de diabetes de tipo 2 y el colesterol alto.
Si tiene la presión arterial alta, pida a su médico que compruebe su estado de vitamina D. Podría ser una respuesta sencilla para ayudar a reducir el riesgo de complicaciones derivadas de una presión arterial no controlada, incluidos el ataque cardíaco, el accidente cerebrovascular, la insuficiencia renal y la insuficiencia cardíaca congestiva.